Quiero publicar esta post sacado de el Foro de la AMM
"Cada tanto por cuanto se encuentra uno, en los foros moteros, o en tertulias moteras de bar - ajenas o propias -, o incluso en anuncios de seguros, con el típico decálogo motero. Lo de decálogo es un decir, porque las hay que constan de un número interminable de artículos. En la mayoría de los casos recurren a los tópicos, con más o menos gracia, para definir lo que sería un buen motero.
También, y en los mismos escenarios, se suelen producir los típicos debates "y yo más que tú". Que si el verano pasado tú te fuiste a Italia, yo este me fui a Cabo Norte, y además enteramente por comarcales. Que si tú solito le cambiaste el kit de transmisión a tu moto, yo le grabé el nº de chasis en la biela. Que si tú te hiciste 50000 kilómetros en la moto el año pasado, yo le acabo de dar la vuelta al cuentakilómetros y eso que me la compré en Octubre.
Y cómo no, las revistas nos suelen traer – con gran envidia añadida – las más fantásticas historias de compañeros que se han ido a dar la vuelta al mundo en Vespa, o temerarios que se han ido a Sturgis con su CBR tuneada con la bandera de Japón, o… mil historias que nos dejan fascinados y pensando "Dios… esos sí que son moteros!". Hasta que una ojeada a la foto de la parienta y los niños nos baja de la nube en la que nos habíamos subido y los viajes que habían empezado a tomar forma en nuestra imaginación se esfuman para dejar paso a la cruda realidad: la familia, es lo primero.
Este bombardeo más o menos constante y subliminal de lo que significa ser un auténtico motero, acaba creando en el imaginario motero nacional la idea de que ese "rambo" sobre dos ruedas debe ser un tío que nació en un taller (de padres, abuelos y hasta tatarabuelos moteros, por supuesto) y que su cuna se la hicieron con un chasis de Honda CB 750 Four de 1969 (de doble cuna, claro). Siendo aún un bebé, ya sabía hacer un invertido antes de aprender a poner los pies en el suelo. Por supuesto ha tenido centenares de motos, empezando por las nacionales Montesa, Bultaco, Ossa… Todas las marcas y modelos, nacionales y extranjeros, dignos de mención han pasado por sus expertas manos. Todas ellas han sido desarmadas y vueltas a armar por él mismo. Además, ha realizado innumerables modificaciones, preparaciones, etc…
Este "rambo motero" imaginario vive en un mundo donde el olor a gasolina y a aceite impregna el ambiente, el ruido de los motores de todo tipo y configuración son la banda sonora y el espectáculo de motos deslumbrantes y moteros embutidos en cuero es continuo. Su dedicación absoluta son las motos, las mujeres de su vida (o del momento de su vida que le toque a cada una) son escogidas por su simetría acorde al sitio del pasajero de la montura que tenga en ese momento (pena de rubia, demasiado alta para mi Ducati…). Su presencia en una concentración pasa a ser requisito indispensable para que ésta adquiera el caché necesario para ser considerada importante. No hay circuito que no haya pisado, ni viaje que no haya hecho…
Pero algo no me cuadra en todo esto.
Yo siempre había pensado que un motero auténtico era aquel al que realmente lo que le gusta es ir en moto, sea en un viaje a Pakistán o en un paseo de media tarde. Que se siente bien consigo mismo y con su montura, aunque sea el más novato de la pandilla o su moto sea la más modesta. Y sobre todo, que tiene como máxima la solidaridad entre compañeros.
La solidaridad. No hay otra cosa que pueda definir mejor a un auténtico motero que ésta. Ya puede tener la mejor moto del mercado, ser el más experto piloto, tener un millón de anécdotas para contar… si no es capaz de parar para interesarse por un compañero que está en la cuneta, nada le diferencia de cualquier otro conductor.
Ahora, hay un compañero en la cuneta. Un compañero que se ha parado miles de veces en esa misma cuneta para ayudarte a ti, a mí… a todos los moteros de este país. Que ha sacrificado mucho de sí mismo para dárnoslo a todos. Que ha sido capaz de plantarle cara al sistema para gritar "¡Basta!" y por ello ha sido reprehendido y castigado una y otra vez, sin que su determinación se haya visto doblegada en lo más mínimo.
Ahora, nos toca parar a nosotros a ayudarle. Quizás no seamos ese "rambo" motero… y a quién le importa? Pero tenemos la oportunidad de hacer algo por un compañero, que además, merece eso y muchísimo más. Envía tu carta de apoyo a Juan Carlos Toribio (descárgala aquí http://www.mutuamotera.org/amm/?q=node/34599 ). No le dejes en la cuneta.
Parafraseando a aquel anuncio: poner una carta certificada con acuse de recibo: 3.12€ Ayudar a un compañero… no tiene precio. Y para lo demás…"
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